Como ocurre con el resto del cuerpo, la piel también necesita cuidados para mantenerse sana y bonita. Sobre todo cuando llega la temporada de verano hay que prepararla para protegerla de las agresiones que conllevan la exposición al sol, al agua de mar o al viento.
Llega el tiempo de tumbarse al sol, para disfrutar de los beneficios que el astro rey puede aportar a nuestra salud. Pero hacer como los lagartos no es una buena idea. Para exponerse al sol hay que tomar precauciones y saber que nuestra piel necesita protección y cuidados. De hecho, los necesita todo el año, pero muy especialmente en una época en que pasamos mucho más tiempo al aire libre, exponiéndose a factores como el sol, el agua salada o el viento.
El profesor Pablo Umbert, dermatólogo y director del Instituto de Dermatología Dr. Pablo Umbert, alerta que deberíamos cuidarnos la piel todo el año, “no sólo cuando vamos a la nieve o a la montaña”. “Debemos conocer bien cómo es nuestra piel y hasta qué punto admitimos el sol. Ahora bien, el riesgo principal es en niños y en personas mayores, que tienen la piel mucho más sensible”.
Primero, una piel sana
Para conseguir que nuestra piel se mantenga saludable y bonita es necesario implantar una rutina de hábitos diarios. “Lo más importante es que la piel no se ponga roja, ya que tiene memoria, y todas las agresiones que sufre las va almacenando. Es evidente que es bueno tomar el sol, tiene beneficios interesantes para la salud, pero debemos evitar, a toda costa, las quemaduras”. No protegerse bien del sol, o no actuar bien con el sudor, por ejemplo, puede traer problemas en la piel y generar, incluso, una reacción en cadena con la aparición de hongos y eczemas.
Para evitarlo, se recomienda llevar ropa fresca, que transpire, y por la mañana, incluir en nuestra rutina el hecho de ponernos una crema solar adecuada. Es tan importante ponernos la cantidad de crema necesaria como repitiendo la operación cuando sea necesario y elegir la textura más adecuada a nuestra piel. Y en el caso de las personas con la piel más clara, lo mejor es que eviten la exposición al sol y se protejan, por ejemplo, con sombreros. Los consejos son los habituales, como evitar tomar el sol entre las 12 del mediodía y las 4 de la tarde e ir haciendo baños de sol progresivamente para permitir que la piel se vaya pigmentando de manera natural. Una visita al dermatólogo antes de comenzar la temporada de sol para comprobar el estado de nuestra piel o revisar los lunares completaría una buena preparación.
Pero también una piel bonita
El invierno puede haber dejado la piel seca y deshidratada, si no la hemos cuidado suficiente. Así pues, el primer paso será rehidratarse, por ejemplo, con el uso de cremas ricas en nutrientes reparadores. La alimentación también ayudará a mantener una piel correctamente hidratada. Es muy importante comer fruta y seguir la dieta mediterránea, que incluye alimentos ricos en antioxidantes y vitaminas. Esto será bueno para hidratar nuestra piel, y también para frenar su envejecimiento.
Limpiar la piel también es muy importante. Esto implica que tenemos que hacer una limpieza diaria completa. El clima más cálido puede suponer que la piel más grasa o mixta brille más. Para evitarlo podemos recurrir a tónicos astringentes pero respetuosos con la piel. Y se aplicarán con suavidad y evitando las zonas más sensibles, como el alrededor de los ojos. También será necesario que hagamos una buena exfoliación, con el producto adecuado y con suavidad, para evitar irritaciones.
El botiquín de verano
Para garantizar que la piel se mantenga sana todo el verano, en nuestro neceser debemos incluir siempre el filtro solar, una buena crema hidratante, un antihistamínico para posibles picaduras y una crema con corticoides por si tenemos alguna reacción. Y hay que recordar que el uso de colonias y perfumes en verano no está muy indicado, ya que atraen a los insectos.